En el Castillo del Papa Luna, situado en Peñíscola, se escuchan durante la noche sonidos embriagadores que elevan el espíritu a todos los que rondan por los alrededores y se concentran en las playas y en embarcaciones formando una gran media luna creciente. Todos mantienen la mirada fija y la atención plena, mientras escuchan las notas musicales que siguiendo el ritmo adecuado salen y se elevan por la boca del bufador dibujándose en el cielo, en diferentes tonalidades, al tiempo que danzan al son de los acordes. Es un sonido tan especial, mágico y maravilloso que también las olas se acoplan y se mueven al compás. El Mediterráneo es una sinfonía, un espectáculo de luz, color y sonido. Tuve la necesidad de conocer el origen de esta música y me trasladé a la ciudad de Peñíscola para presenciar, in situ, el espectáculo y averiguar a, qué o a quién, se debía este prodigio. La primera noche que presencié el espectáculo, me quedé sobrecogida, la noticia de la agencia se quedaba muy corta. Así que al día siguiente me puse a investigar, con profundidad, quien era el protagonista de esa melodía que se había conjurado con el bufador del castillo, para compartirla. Decidí realizar una grabación íntegra del concierto nocturno improvisado y, a continuación, lo envíe a todos los conservatorios españoles. Unos días después, EUREKA, recibí un mensaje del Conservatorio de León, me cuentan que han identificado al interprete y me informan de que el autor de esa música fascinante es Manu, uno de sus alumnos, que pronto será un virtuoso del trombón de Varas.
Después me fui a visitar al bufador y me contó que las notas de esa melodía fueron inspiradas por un hechizo del Papa Luna, cuya figura imperecedera domina el Castillo de Peñíscola. Parece ser que entre los tres -el Papa Luna, el bufador y Manu- surgió una gran conexión por lo que se unieron y fundaron “el triunvirato de la belleza”. La sinfonía es una mezcla de virtuosismo y magia, tan especial que, el mar, la mar, se silencia para escuchar y rendir pleitesía a la hermosura, a la delicadeza, a lo divino. Es tan fascinante que melómanos del todo el mundo se han acercado a este lugar para escuchar en vivo y en directo este concierto nocturno que nace del alma.
600 días después:
Manu después de un duro proceso ha vuelto a disfrutar de su vida en compañía de toda la gente que le quiere y a deleitarse con sus dos grandes aficiones, la música y el deporte.
Este es mi humilde homenaje a Manu y a todos/as esos guerreros a los que la vida les ha puesto en su camino una dura prueba y han sabido luchar cada día, sin perder la sonrisa, con valentía, fe y esperanza.
Todos/as vosotros/as, sois mis auténticos héroes, habéis presentado la batalla porque contabais con un ikigai, teníais una razón de ser que es lo que hace que la vida valga la pena. Ese equilibrio entre lo que amáis y aquello en lo que sois buenos/as, vuestros talentos y habilidades.
Además, disponéis de la resiliencia suficiente para recomenzar las veces que sea necesario; de la motivación para seguir sin reblar por qué tenéis un propósito y, por supuesto, vuestra capacidad para aportar a la sociedad sentido y felicidad.
El mundo necesita personas con pedigrí, personas como vosotros/as.
María Nieves Valderrey López