Primera fotografía:Jardinez de Aranjuez

Segunda fotografía:Campo de Criptana (Ciudad Real)

Tercera fotografía:Venta de Don Quijote en Puerto Lápice (Ciudad Real)

Cuarta fotografía:Molinos de Consuegra (Toledo)

¡Que alegría! Tenemos todo un largo puente por delante. Son cinco días para los que hemos pensado en destinos que están un poco más lejos de nuestra provincia.

Iniciamos el viaje hacia Ávila, donde visitamos su casco antiguo, que ya está adornado con luces navideñas haciendo que en la noche las calles y edificios parezcan aún más bellos. Sus murallas medievales se ven imponentes. Es una ciudad muy tranquila con una belleza casi mística.

Dormimos en el área de autocaravanas, para el día siguiente seguir nuestro viaje hacia Consuegra (Toledo). En este viaje tenía interés en ver los molinos de viento de La Mancha y de Don Quijote, que tantas veces he visto en televisión.

Mis sueños se hicieron realidad al llegar a Consuegra donde se alzaban doce molinos de viento alineados sobre el cerro Calderico. Hasta tenían nombres: Bolero, Mambrino, Sancho, Mochilas, Vista Alegre, Cardeño, Alcancía, Chispas, Caballero del Verde Galán, Rucio, Espartero y Clavileño. Algunos se podían visitar por dentro, como el Molino Rucio, que conserva la maquinaria original del siglo XVI y alberga en su interior un pequeño museo y tienda de artesanías.

Dimos un paseo por el cerro al pie de los grandes molinos y recordé los dibujos animados de Don Quijote de la Mancha que veía de pequeña en la televisión, con una sonrisa en la cara.

Por la tarde nos fuimos hacia Puerto Lápice a ver “La Venta de Don Quijote”. Es una construcción tradicional manchega que parece detenida en el tiempo. Desde fuera, destaca su fachada encalada en blanco con detalles en rojo, típica de las ventas y mesones de La Mancha. Tiene un gran portón de madera reforzado con herrajes antiguos, dando acceso a un patio interior donde, al igual que en las antiguas ventas, descansaban antiguamente los arrieros y viajeros. En el interior se abre un patio amplio y luminoso rodeado de galerías y balcones de madera. El suelo de piedra y los utensilios tradicionales como tinajas, aperos de labranza y ruedas de carreta crean una atmósfera auténtica que recuerda directamente las descripciones de Cervantes.

De allí nos fuimos camino hacia Alcázar de San Juan (Ciudad Real) dentro de la llanura manchega. Allí recorrimos un poco el pueblo antes de ir a dormir.

Al día siguiente conocimos el museo “Casa del Hidalgo”, situado en una antigua casa solariega del siglo XVI. Sus muros y estructuras conservan el carácter de la nobleza rural manchega, recordando cómo vivían los hidalgos que inspiraron a Miguel de Cervantes para su obra Don Quijote. El museo recorre varias estancias representativas: patio, botillería, oratorio y zonas femeninas. También se exhiben piezas originales de gran valor histórico.

De aquí nos fuimos a Campo de Criptana donde vimos diez molinos más. Comimos en la autocaravana con la vista puesta en los bellos molinos, intentando grabar su imagen y que no se borren de mi memoria.

Por la tarde nos dirigimos hacia El Toboso, donde visitamos el museo “La casa de Dulcinea”, reconstrucción histórica que permite imaginar cómo sería la vivienda de la dama de Don Quijote.

Dormimos en un pueblo llamado Camuñas (Toledo), que me hizo consultar por qué en León a los niños se les dice “que viene el tío Camuñas” para que se porten bien.

El viernes nos dirigimos hacia Aranjuez, donde visitamos Los Jardines del Palacio Real. Caminando por ellos descubrimos amplios paseos con árboles centenarios, fuentes ornamentales y estatuas bellísimas. Estos jardines son un espacio de relajación y contemplación donde se percibe una parte de la Historia.

Por la tarde nos encaminamos hacia Madrid, hacia un camping que para mi sorpresa estaba lleno de autocaravanas acampadas, donde sus ocupantes disfrutaban del puente en la capital. Salimos en metro hacia el centro para ver las calles adornadas con motivos navideños y cenamos por allí.

El sábado volvimos al centro para seguir admirando la ciudad: La Plaza Mayor y su mercadillo navideño, el Palacio Real, la Plaza de España, Gran Vía, Plaza de Colón y Chueca. Cansados de tanto caminar volvimos al camping.

El domingo volvimos hacia León haciendo una parada en Arévalo donde degustamos platos típicos de la zona, tras ver el castillo y las calles del pueblo.

Durante 5 días nos hemos sumergido en experiencias culturales, sabores auténticos y evocaciones del pasado que nos contaron historias de otras épocas y nos hicieron sentir parte de la memoria de los lugares que visitamos. Han sido una experiencia completa.

Ana Rosa González