Quiero verte, Jesús,
oigo en mis adentros.

Y veo que Zaqueo
también tiene ese deseo:
Se hace camino entre todos y
halla, para verte, un gran hueco.

¡Son muchos, Señor, los que a ti acuden!
Y tus ojos se quedan “presos”
por el mirar de ese hombre
que te busca.
Te quiere, aun sin saberlo.

Y yo, Señor, ¿qué hago?
Yo quiero verte y te anhelo.
¿He de subirme al árbol
como tu amigo Zaqueo?
¿He de olvidarme que barro
en mis sandalias llevo
?

No sé escalar; tú lo sabes.
Vivo siguiendo tus pasos,
cual aprendiz de caminos…
Es todo.
Y no, no, no te veo.
Pero sé que estás siempre a mi lado.
Me embarga la paz solo al saberlo.

No te “veo”; es muy cierto.
Pero tengo una certeza:
Tu amor colma mi anhelo.

(R.M.)