A partir de nuestro primer encuentro empezó esa gran unión que mantenemos hoy en día. Desde el principio ese dar y recibir fue intenso. Es extraño ver cómo la vida une, en ocasiones, personas tan diferentes pero que parecen tan iguales. Sin embargo un día el tiempo nos separó y cada uno siguió su camino. Puede que no buscáramos lo mismo, quizás se mezclaron sentimientos de distintos tipos. El compartirlo todo puede crear gran unión, pero también confusión.
Cuando ya parecía que nos habíamos distanciado definitivamente, nos volvimos a encontrar. Quizás la vida vuelve a unir a esos seres que desde el primer momento estuvieron destinados a estar juntos para siempre.
Contigo aprendí a aceptarme a pesar de los fallos cometidos en mi vida. A comprender que no seré capaz de perdonar a los demás si no me perdono a mí misma. A ver que cada error es una oportunidad para volver atrás y empezar de nuevo. A mantenerme fiel a mis principios y valores. A separarme de todo aquel que no aporta nada a mi vida.
Contigo aprecié ese sentido del humor tan tuyo y recordé cómo yo también reía. Siempre perseguí mis sueños y una vez los alcancé. Pero la vida no es fácil, no te ayuda a sostenerlos. Un día despiertas y notas que tu realidad cambió aún sin saber por qué. Pero estancarse no ayuda, hay que salir de nuevo.
Querido amigo, ¡es tanto lo que aprendí a tu lado! ¿Qué aprendiste tú de mí?
María Eugenia Laiz Molina
