Llevo dos semanas sintiéndome bastante triste. Sé de dónde viene. Pero a veces me cuesta la tristeza.

Estoy en un punto de esos de la vida en los que hay que tomar ciertas decisiones internas, que, inevitablemente, repercutirán en el exterior. Pero … ese supuesto exterior que todos compartimos viene desde nuestro interior. Entonces ahí es donde me entra un poco el acojone… sí vecina… esto va a repercutir en otras personas… ¿no lo hago precisamente por eso? ¿no lo hago para que algunas relaciones que tengo cambien?

Lo que ésta tristeza que antecede a los cambios me está enseñando (una vez más) es que no tengo la potestad de cambiar a nadie si esa persona no quiere cambiar. Entonces … ¿qué me queda tristeza?

La aceptación me dice la muy pendeja de la tristeza. Pero la aceptación más profunda de lo que es y eso implica entender el vínculo que tengo con esa persona y por qué me siento como me siento cuando estoy con esa persona y qué se despierta en mí.

Porque lo más habitual es enfadarse e intentar que la otra persona cambie porque quien tiene el supuesto “problema” es el otro. Pero esto no es así. Lo primero porque no existe un problema (de ahí poner delante supuesto) porque decir problema me hace dividir a las personas y ponerme a mí a salvo haciéndome creer que tengo la razón. Esto tampoco va de quién tiene o no tiene la razón, porque esto no va de razones… va de emociones. Y la tristeza es mía, el vínculo que tengo con esa persona es mío, la aceptación que tengo que realizar para entender es mía y el sanar esto es mío.

Entonces una vez más todo apunta a coger las riendas de mi vida y poner en juego mis miedos, inseguridades, vergüenzas, sin vergüenza que diría alguno…

Y ahí estoy… dejando que el momento me sorprenda con lo que siento que es mejor para este aprendizaje que me hará soltar resistencias que me irán apareciendo, que me ayudará a trabajar mi impaciencia para disfrutar de la vida cuando todo esté en orden ¡ja! me río yo ahora del orden… ¿has visto cómo tienen el escritorio algunas compañeras tuyas de trabajo?… aparentemente desordenado… pero es su orden.

Y finalmente o en principio esto me lleva a una frase que leí hace mucho tiempo vaya usted a saber dónde que dice: el caos es el orden que no entiendes.

¡Alucina, vecina!

Este texto fue escrito el 24/07/2025.

Marcos Rodríguez Tranche