Silencio
¿En qué lugar hiciste mi presencia su ausencia?
¿Por qué recondujiste mis pasos
hacia un ahora
que se diluye sin ella?
Un pasado que resuena en mis días,
unos buenos días que se clavan sobre mí,
recordando que su melodía
se ha escondido
entre la ausencia de ruido.
Silencio
¿Por qué caminaste de su mano
sin detener lo que iba a pasar?
Porque me encuentro presa
entre su partida y mi renacer.
Siento una astilla sobre el corazón
y me temo que no es de nadie.
Sueño con un mañana
que carece de medios
para volverla a traer.
Puede que quizás
mis “ojalá”
fueron sus “puede ser”
y que el tiempo
arrastró su dolor
hacia mis brazos
y no quiero dejarlo caer.
Porque su tormento
es lo más sincero que reconoceré.
Su mirada amiga del ayer
será mi ángel
aunque tal vez
solo sea lo que quiero creer.
Dime,
Silencio
¿Por qué tu existencia
da lugar a la pérdida
de quiénes amamos
y al mismo tiempo
a la quietud del sonido
que cuesta tanto entender?
¿Cuál es tu melodía?
Eso quiero saber,
porque cuando apareces no te oigo
pero me erizas la piel.
Bueno,
De momento dejaré
que te quedes con ella
pero no te prometo
que deje de doler.
María de los Ángeles Diez Rodríguez