Ruego no perder mi razón
ni la solitaria parte de la compasión
pues surcos de emociones
Y avalanchas de ilusiones
se apoderan de mi atención.
Me consumen los sueños
yaciendo pobre
mientras surco la paz del devenir
volando al ras del viento.
Mariposas revolotean
animadas de rozar los cielos.
Sin embargo
las alturas acentúan sus miedos
Mas
¿Quién le enseñó su hermosura
al universo?
¿Quién prestó su conocimiento
para conseguir algo sin complejos?
¿Quién permitió aquello
que siento?
Porque mi dios vibra conmigo
bajo la empatía de amar existiendo
pero mi escritura libera
lo que mi alma alberga.
Bajo un océano de insultos
hundo los comentarios sin sentido
pues aquello que no nutre a una semilla
no debería poder alimentarla.
Por ello
la dicha me abraza
bajo el regazo de un ángel ajeno.
Ángel humano
ángel de mis recuerdos
ángel que camina conmigo
incluso cuando no duermo.
Ángel que alimenta mi sentido
dándole forma a lo que siento.
Pues mi ángel sangra
llora
siente rabia.
Mi ángel no es perfecto
tan solo evoluciona
y cambia.
Tan solo sobrevive
como el resto.
Es una carcajada relajada
un abanico de colores
incluso cuando no está en calma.
Mi ángel tiene nombre
y apellidos heredados
de un mundo perecedero.
Es la paz
cuando la tormenta me alcanza.
Es mi confianza
cuando esta no avanza.
Mi ángel
no es un ente
con alas blancas.
Toda esa parafernalia
no le hace falta.
Mi ángel es como tú y yo
de carne y hueso
tangible al alba.
Es quién me ha enseñado
que la humanidad no está acabada
pues aún existen personas
que son ángeles.
Sin importar las veces
que la vida los trata
como si no valieran nada.
María de los Ángeles Diez Rodríguez
