Escribo desde, si no recuerdo mal, los quince años. Pasé una adolescencia turbia por la tendencia natural de la misma, pero por circunstancias que a niños de quince años no les corresponde vivir.
Sin darme cuenta, hubo algo que en aquel momento no sabía ubicar que me llevó a escribir. Llenaba cuadernos y cuadernos de pensamientos, circunstancias, reflexiones… creo que en una ocasión llegué a contar veintipico cuadernos. Compartía con amigos cuadernos, durante una época lo tenían ellos y después volvía a mí, leía lo que ellos habían escrito y plasmaba lo que yo sentía. Esta idea siempre me ha resultado muy atractiva e intimista. Por lo visto siempre he estado en búsqueda de lo íntimo.
Y es por ello por lo que escribo. Que, aunque aparentemente ha habido épocas en las que me he podido despistar de la escritura siempre, y cuando digo siempre… la he echado de menos. El tacto de las hojas en blanco, su olor, poder coger un bolígrafo e intentar poner orden a lo que se te pasa por la cabeza.
Porque al final escribir es eso, poner orden a los que se te pasa por la cabeza.
Creo que ya he asumido que no tengo la capacidad de escribir una gran obra e incluso aunque sea pequeña poder elaborar el entresijo de una historia, con una trama, con unos personajes definidos y que encajen en cada línea que vaya apareciendo en el texto.
Es por ello por lo que donde me siento más cómodo es en la reflexión de mi día a día y de lo que intento ser.
Todo lo que sean pequeños detalles costumbristas me atrapa sin yo quererlo. Porque considero que ahí es donde residen las verdaderas historias y al final si estoy presente a esos detalles costumbristas no dejo de elaborar una historia, con una trama y con unos personajes reales, definidos y no inventados.
Me gusta ver, escuchar, sentir y escribir sobre la realidad que me rodea y que percibo. Y la escritura ha formado y forma parte de mi realidad. De mi presente continuo.
Es por ello por lo que poder tener aquí, en este blog, un espacio para escribir, reflexionar, plasmar y conectar con otras personas me ayuda a equilibrarme, a centrarme y a no dejarme ir por donde no tengo que ir.
La escritura es divagación, pero es una herramienta concreta, y aunque he de reconocer que me encanta divagar, arreglar el mundo, desmenuzarlo… todo ello lo tengo que hacer desde lo concreto. Porque desde ahí es desde donde mejor funciono.
Me da igual lo que se escriba pero lo importante es escribirlo.
Marcos Rodríguez Tranche

Hoy en día esto ya ha cambiado. Me presento a concursos de relatos y, aunque de una forma sutil, sí que se ve expresada lo que he vivido, ya no me importa compartirlo. Me ayuda tanto sacarlo de mí!!!