Cuando decidí volver a retomar la escritura con algo más de compromiso y asiduidad, lo primero que me vino a la mente fue el blog del Teléfono de la Esperanza.
Tuve seis entradas en mi corto paso por este blog, pero desde entonces algo me decía que tenía que volver a retomarlo, quizá intentarlo. La escritura, junto con la lectura —no sé muy bien en qué orden—, es una constante en mi vida, y es por ello por lo que me puse de nuevo en contacto con el Teléfono.
Y si realmente existe la esperanza, que se apiadasen un poco de mí y quisieran “devolverme” la sección que tuve. Así que, una tarde ociosa de abril, decidí acercarme hasta la sede y preguntar por ello.
Me dijeron que el blog se encontraba inactivo, pero que dejara mis datos para que pudieran ponerse en contacto conmigo.
Salí de allí con un sabor agridulce.
Mi parte agria me decía que no habría más blog, que me fuese buscando la vida si quería dar rienda suelta a la escritura por otro lado, y que no me iban a llamar porque el papel donde se escribió mi nombre y teléfono habría salido volando por algún lado. No por mala intención, sino por la decisión que las circunstancias estaban tomando en aquel momento, y que tendría que acabar encajando.
Mi parte dulce me decía que algo iba a pasar para bien, que tendría noticias del Teléfono y que me abriese a lo que me fuesen a contar.
¿Cuál fue mi sorpresa?
Días después, me llaman y me dicen que, aparte de volver a tener la oportunidad de escribir aquí, me proponen si estaría interesado en coordinar el blog.
Automáticamente dije que sí. Automáticamente, la decisión estaba tomada.
Además, todo esto me estaba ocurriendo en un fin de semana que siento que me estaba cambiando la vida, y el cual duraba desde un sábado hasta un martes. Un fin de semana de cuatro días... sí.
Y de allí vengo, de la sede del Teléfono, para sentir que me están dando el relevo de algo muy especial y bonito, para continuar con una labor e intentar seguir transmitiendo el mensaje que, hace ocho años —si no recuerdo mal—, me brindó el Teléfono de la Esperanza.
Un mensaje muy profundo, porque aquí llegué roto.
Un mensaje que me hizo aprender a valorar que soy capaz de tomar decisiones.
Un mensaje que me dijo que creyese en mí.
Y desde ahí voy a iniciar esta aventura.
Mi intención es agudizar mi perspectiva, ver más allá de lo que a simple vista está, y dar significado a esto que llamamos vida desde un lugar cálido. Y por supuesto que algo dentro de mí despierte la chispa del¡Alucina vecina!
Marcos Rodríguez Tranche
Me puse ante el ordenador y me di cuenta de que no sabía exactamente qué contar y cómo contarlo. Pero pronto empezó a venir a mi mente todo lo aprendido y vivido en los ya nueve talleres que he hecho allí. Qué voluntarios tan cercanos y tan bien formados!!! Y qué gente tan interesante se conoce allí, cada uno con sus problemas, no menos importantes que los tuyos.
Muchas gracias, Marcos, por haberte hecho cargo de este blog. El planteamiento me parece de lo más interesante.
Se además que está en muy buenas manos y que se cuentan con unos extraordinarios colaboradores.
Seguiré atentamente leyendo vuestros artículos y trataré de colaborar con esta iniciativa